La historia de Gaia, homenaje a James Lovelock
Acaba de morir a la edad de 103 años el científico inglés James Lovelock, creador en 1969 de la Hipótesis Gaia, que postula la autorregulación de la atmósfera, el océano y la parte superior del planeta Tierra, para garantizar las condiciones esenciales de la temperatura global, la composición atmosférica, la salinidad de los océanos y otras variables que, en conjunto, regulan y garantizan la vida, lo que significa que el planeta actúa como un ser vivo que procura estar en equilibrio.
Ante la confusión y perplejidad que vive hoy la humanidad por la Crisis Global (mal llamada cambio climático), Lovelock en su último y reciente libro “Novacene. The Coming Age of Hiperintelligence”, postula una esperanza salida con la llegada de la Edad de la Superinteligencia. Novacene sostiene la tesis de que la vida en la biosfera fomenta y mantiene unas condiciones ambientales que favorecen y permiten su existencia, modelos que develan los mecanismos de autorregulación que afectan la temperatura global, la composición atmosférica, la salinidad de los océanos y otras muchas variables que, en conjunto, condicionan la vida en la Tierra. Estos mecanismos, de naturaleza homeostática, son los que permiten concebir a Gaia como un ser vivo.
Interesante y fascinante la historia de Gaia, que se inició hace 3.700 millones de años con la fotosíntesis en primitivos microrganismos que empezaron por tomar la energía solar y el CO2 de la atmósfera, molécula de la cual capturaban el carbono y liberaban el oxígeno, función esta que permitió en el proceso evolutivo el desarrollo de especies vegetales mayores y posterior aparición de la vida animal. Este proceso se mantuvo básicamente hasta el inicio del Antropoceno, la era geológica que surgió en el Siglo XVIII con la máquina de vapor, la primera fuerza artificial creada por el hombre. A partir de ese momento la humanidad empezó a desarrollar el poder casi ilimitado de intervenir y aún de destruir los ecosistemas, y así llegamos al Novaceno con los ciborgs, las máquinas cibernéticas que pueden aprender de manera autónoma y que se rediseñan ellas mismas, capaces de convertir la energía solar en información, lo que se ha llamado la súper inteligencia artificial.
Así como Newcomen y Watt con la maquina de vapor son los padres del Antropoceno, el surgimiento del Novaceno se debe al ingeniero italiano Guglielmo Marconi quien a principios del Siglo XX inventó el telégrafo inalámbrico, considerado como la primera tecnología informática, aunque es justo reconocer el fundamental aporte al desarrollo de la comunicación telefónica del ingeniero inglés Alexander Graham Bell.
En Noacene Lovelock soporta su innovadora tesis, entre otros, con los siguientes datos: El porcentaje de CO2 en la atmósfera de Venus y Marte, planetas próximos al Sol, es superior al 95%. Un porcentaje similar se tenía en la atmósfera de la Tierra, localizada entre los anteriores dos planetas, antes de la aparición aquí de la vida, pero gracias a la fotosíntesis de las plantas, el contenido de CO2 se redujo hasta un insignificante y testimonial 0,04%. En lo que respecta al oxígeno, la proporción es de sólo trazas en la atmósfera de Venus, de un 0,13% en la de Marte y en la Tierra primitiva era apenas de un 0,03%. Pero desde que apareció la vida en nuestro planeta, la proporción de oxígeno en su atmósfera subió hasta aproximadamente un 21%, y así se ha mantenido hasta hoy. La temperatura de la superficie de la Tierra en el tiempo geológico transcurrido desde la aparición de la vida se ha mantenido casi constante, a pesar del incremento de la energía recibida del Sol, que puede haber aumentado en los últimos tres millones de años en cerca de un 40%. Todo lo anterior muestra como la biosfera ha adecuado su composición y propiedades fundamentales hasta adaptarse a las necesidades de la vida, mostrando que Gaia es equiparable a un organismo vivo capaz de autorregularse.
Novaceno es la nueva estrategia evolutiva de Gaia para empezar a proteger la vida del planeta Tierra, para cuando El Sol llegue en unos pocos centenares de millones de años a convertirse en un Gigante Rojo, lo cual necesariamente incrementará la radiación y con ello la temperatura de nuestro planeta por encima de 5000 C, ambiente en el cual la vida, como la conocemos hoy, ya no existirá. La responsabilidad de mantener la vida es tarea de los humanos y de los ciborgs, organismos cibernéticos dotados de inteligencia intuitiva que se comunican entre sí de manera telepática, y que “piensan” a velocidades 10.000 superiores a como lo hacen los humanos. La función y reto principal de los ciborgs, en conjunción con los humanos, como parte de Gaia, es detener el incremento del calor generado que recibe la Tierra proveniente de la radiación solar, y con ello conservar la vida.
El advenimiento de la inteligencia artificial y sus posibilidades ilimitadas es un hecho plenamente aceptado por la ciencia, pero Lovelock va más allá cuando reclama que la comprensión del universo y el cuidado de nuestro planeta es el verdadero propósito de la vida, y que los ciborgs son los encargados de ampliar la inteligencia humana para esta magna empresa. La Tierra ha permitido la aparición de los humanos como un primer paso en su ruta hacia su perfeccionamiento y para ello sus herederos, las máquinas inteligentes, guiarán el mundo hacia el autoconocimiento.
En este propósito y antes de que se consolide el Noaceno, tenemos que resignificar el desarrollo de nuestra civilización, basada en la acumulación y consumo desbordado de mercancías para usar una vez y desechar, que nos ha impuesto el capitalismo. Es urgente detener la desforestación de nuestros bosques tropicales e iniciar planes masivos de reforestación para retener CO2, y así frenar el incremento de la temperatura atmosférica, pero, sobre todo, llegar en el corto plazo a una economía basada en energías cero emisiones de carbono, las llamadas energías renovables no convencionales.
1Apartes de mi libro Las ciencias de la tierra, el legado de Juan de la Cruz Posada (Fondo Editorial EIA, 2021), que será presentado el próximo 18 de setiembre en la Fiesta del Libro de Medellín.
José Hilario López
Ingeniero Geólogo