Res non verba ¿Dónde quedó la idoneidad?
Por: Tomás Castrillón Oberndorfer
Recientemente y debido al desastre que bloqueo la carretera panamericana en el sur del país, el presidente Petro lanzó la pregunta: “¿Quiénes son los que construyen carreteras encima de fallas geológicas?”. Claramente, la intencionalidad del mandatario era tratar de endilgarle responsabilidades a sus antecesores, a los cuales evidentemente les cabe alguna responsabilidad. Pero la cuestión requiere mayor análisis del tema, lo que obliga a un repaso histórico de lo ocurrido en las últimas dos generaciones. Se trata en pocas palabras de que “brillan por su ausencia, LA DIGNIDAD Y LA IDONEIDAD (APTITUD), en muchos de los funcionarios de “responsabilidad y manejo”. Se entiende que Digno es: “ser merecedor de algo”, e Idóneo (Apto) es aquel que “reúne las condiciones necesarias y óptimas para desempeñar una función”. Ocurre que con frecuencia “¡No son dignos ni aptos, pero aceptan!”. Traduciendo a Shakespeare “¡Esa es la cuestión!”, con relación al “ser o no ser” dignos y aptos.
Es fácilmente verificable el hecho que: hace dos generaciones, unos 60 años, o sea desde mediados del siglo pasado, se presentó un proceso en el desarrollo de las obras de infraestructura que en general logró, con el tiempo, el desplazamiento de los técnicos para dar cabida a los políticos en el manejo de las cuestiones de índole técnica, ignorando unos de los condicionantes fundamentales como es el trabajo en equipo para dar cabida a las diversas especialidades. En un país ahogado en una “inundación” constituida por toda clase de leyes, normas, requisitos, disposiciones y conceptos de toda índole, (el “santanderismo”, Juanito) proliferó con el apoyo de una burocracia áulica la aparición de individuos, profesionales o no, expertos en desarrollar todas las triquiñuelas necesarias para desatender e incumplir las exigencias de ley, y fue así como se llegó a recomendar a las firmas extranjeras que venían al país a desarrollar trabajos en las obras importantes de infraestructura que: para poder trabajar en Colombia, tratando de vincular mano de obra nacional, “en lugar de contratar ingenieros y técnicos locales, debían contratar abogados, leguleyos, intermediarios, gestores y lobistas, ojalá con “buenas conexiones” con la burocracia nacional. Esto dio inicio a un proceso de infiltración de un sinnúmero de tartufos politiqueros lagartos sin ideología distinta a la de su propio beneficio, carentes de la idoneidad, o capacidad, o aptitud necesaria para desempeñarse correctamente en muchos cargos que así lo requerían, propiciando un ambiente de corrupción y desenfreno crecientes en el desarrollo de muchas de las principales obras de infraestructura. “¡Ahí está el detalle!” como diría el inmortal cómico Cantinflas.
Es claro también, que con los sucesivos “cambios” de gobierno, respecto a estos personajes “mefistofélicos” se cumplía aquello de que “unos vienen y oros van”, pero permaneciendo siempre en el alto gobierno, una estructura burocrática de ineficiencia e ineficacia acompañada por una gran corrupción. Claramente constituye un “cambio” pasar de “Guatemala a Guatepeor” como se suele decir popularmente y, por lo vivido en los primeros 6 meses del gobierno del presidente Petro, “¡En esas estamos!”.
Con el panorama descrito, es claro que con relación a las obras de infraestructura aparecen las pésimas decisiones de índole técnica que, con frecuencia, por razones politiqueras o de interés personal, se toman por parte de personajes o grupos que “no son Dignos ni Aptos” para tomar tales determinaciones.
Es así como, entre muchas otras deficiencias notables, se limita la duración de los estudios y diseños necesarios, se recortan los plazos necesarios para el desarrollo de las obras, no se utilizan los parámetros adecuados de diseño por resultar “costosos”, se inauguran obras sin estar terminadas por el “síndrome de la cinta roja”, o sea por el afán del funcionario de turno que quiere “perpetuar su memoria” haciendo inauguraciones durante su período, las campañas de mantenimiento no se hacen porque: “¿Quién inaugura la limpieza de un alcantarillado?”, y “todo esto y mucho más”, en contubernio o sea combinado con la corrupción que campea apoyada por la desidia e inoperancia de los medios de control, también debidas, quizás, a la ineptitud y la indignidad de quienes eventualmente los conforman.
Para muestra un botón. Es lo que ha venido sucediendo en muchos de los manejos, por parte de las EPM, relacionados con el proyecto hidroeléctrico de Hidroituango. Ahora según trascendió editorialmente en el diario local antioqueño, debido al afán inédito de la administración local, presidida por el “enviado”, el señor alcalde actual, para cambiar de contratista para terminar las obras, resulta que el contratista escogido ha pedido de entrada, “cambios” que se ajustan mejor a su experiencia (¿?). Viene a la memoria que en el proyecto hidroeléctrico de Porce III, también desarrollado por EPM, se presentó un hecho similar “justificando” el cambio del diseño de la presa de Concreto Compactado con Rodillo CCR por una presa de enrocado.
O sea, señor presidente, que: “¡Ahí están, esos son!” los que “construyen carreteras sobre derrumbes”. Desgraciadamente, ya existe la percepción de que la conformación variable, por demás, de este grupo de incapaces e indignos funcionarios, se ha visto incrementada con el “cambio” del gobierno que Ud. preside.